¿Cuáles son las estrategias más habituales para la vigilancia de estructuras?

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Tal y como ya se ha indicado en repetidas ocasiones en este mismo documento, a lo largo de la vida útil de una estructura es imprescindible tenerla controlada, lo cual, generalmente, se ha venido realizando mediante inspecciones periódicas para comprobar su correcto funcionamiento.

Dichas inspecciones se definen como el procedimiento de evaluación en el que un inspector especialista y cualificado observa, clasifica y documenta el/los deterioro/s de la estructura. En función de su periodicidad y profundización pueden dividirse en tres tipos:

Inspecciones básicas (o rutinarias): inspecciones visuales que se llevan a cabo por personal no especializado, sin la utilización de medios de acceso. Se realizan con una periodicidad aproximada de 12 a 15 meses. Tienen por objeto detectar deterioros de forma temprana; de esta forma se pueden subsanar antes de que lleguen a convertirse en patologías graves. Además, otro objetivo de estas inspecciones es detectar daños que necesiten una reparación urgente, de tal manera que la estructura cumpla todos los requisitos de seguridad y funcionalidad.

Inspecciones principales (o detalladas): inspecciones visuales minuciosas realizadas por técnicos especialistas, en las que se evalúa el estado de todos los elementos de la estructura. Por lo general se realizan sin medios especiales de acceso.
El objetivo de estas inspecciones es obtener datos sobre los deterioros de cada elemento de la estructura a inspeccionar, de una manera sistemática y ordenada, con el fin de poder evaluar cualitativa y cuantitativamente estos deterioros.

Se realizan con una periodicidad que dependerá de las condiciones de agresividad y de la importancia o accesibilidad de la estructura. Aunque, en términos generales se podría decir que 1 de cada 4 inspecciones básicas deberían ser principales; por lo que las inspecciones principales se realizarán habitualmente cada 5 años aproximadamente, como por ejemplo ocurre en el caso de puentes carreteros, aunque en el caso de puentes de ferrocarril se fijan periodicidades de hasta 15 años lo que hace, si cabe, más necesaria la monitorización estructural.

Inspecciones especiales: no se realizan sistemáticamente o con una periodicidad fija. La necesidad de su realización deriva de la detección de daños en una inspección básica o principal o como consecuencia de una situación singular (terremotos, crecidas de ríos, choque de vehículos, etc.). Igualmente, se realizan para esclarecer posibles dudas sobre el comportamiento estructural.

Son inspecciones visuales y no visuales, realizadas por técnicos especialistas con medios de acceso y equipos especiales, y que se complementan con ensayos de caracterización y mediciones complementarias (esclerómetro, pachómetro, ultrasonidos, georradar, termografía, corrosímetro, etc.). Para mayor profundización sobre el tema de las inspecciones se recomienda la lectura de la “Guía informativa sobre reparación, refuerzo y protección del hormigón” de ARPHO, concretamente el capítulo 5.

Cabe señalar que, en los últimos años se está extendiendo cada vez más el empleo de drones para la vigilancia e inspección de estructuras. Incluso se han desarrollado métodos para utilizarlos de forma casi automática y el proceso de datos con soporte de IA para comparación de imágenes. No obstante, es importante señalar que el empleo de drones también plantea bastantes limitaciones, como, por ejemplo, la resolución de los mismos.

 

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Fuente: INECO

En definitiva, los drones, a día de hoy son herramientas que pueden ayudar mucho en la vigilancia de estructuras, pero son simplemente una ayuda; no pueden, en ningún caso, sustituir ni a las inspecciones tradicionales ni a la monitorización. Por otra parte, cabe mencionar que en ciertas estructuras especiales algunas de las inspecciones a realizar pueden venir establecidas por normativas del sector, como es el caso, por ejemplo, de las centrales nucleares, donde está requerida la inspección visual de las estructuras de hormigón a los 1, 3 y 5 años de los test de integridad estructural tras su construcción, y luego cada 5 años, para garantizar la ausencia de daños o degradaciones*.

En cualquier caso, el gran desarrollo y las mejoras en los sistemas de monitorización de estructuras que se ha dado en los últimos años permite tener controladas las estructuras de forma continuada y permanente, pudiendo así detectar los problemas en fases tempranas y prácticamente según aparecen, sin necesidad de tener que esperar a la inspección programada según el calendario establecido, para que se detecte la anomalía o el fallo, lo que habría permitido al deterioro avanzar mucho más.

No obstante, esta monitorización no pretende sustituir dichas inspecciones, cada método de vigilancia tiene su objetivo, pero empleando monitorización, combinada con inspecciones y ensayos no destructivos, a la estructura se le podrá realizar un mejor seguimiento, reduciendo así sus costes y las incertidumbres asociadas a los periodos entre inspecciones.

Cabe señalar que, aunque actualmente existe la tecnología para monitorizar estructuras, aún son muy pocas las estructuras en las que se está empleando esta herramienta; esto es más bien un proyecto para el futuro que una realidad actual. Si bien es cierto que, en los últimos años, con el abaratamiento y aumento de usabilidad de los sistemas de monitorización, su uso está creciendo de manera muy significativa.

A día de hoy, generalmente, se están monitorizando estructuras singulares o en las que aparece un problema, más o menos grave, que requiere una vigilancia continua, ya sea por el riesgo que representa su avance o para tener claro el momento en el que ya es imperativo actuar. También se está empleando en construcciones de obra nueva para realizar el control de ejecución y detectar fallos de construcción de forma temprana de modo que se asegure la entrega de obras sin defectos.

En este sentido sería muy recomendable reutilizar la instrumentación empleada en obra nueva para la vigilancia de la estructura durante la vida en servicio, ya que ya se ha invertido en ella y si no, en muchos casos quedará instalada, pero sin usarse.

 

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